- Propósito incumplido número uno: sacarme el carnet. Hice el intento, que conste. Me apunté, pagué e incluso fui a un par de clases. Pero de ahí no pasé. Uno de esos días me quedé mirando el test a medio
¿Y ahora? Debería sacármelo, lo sé. Al menos antes de dos años, que es cuando supuestamente acabaré la residencia y cuando supuestamente pueden mandarme a un pueblo perdío de la mano de Dios a trabajar. Pero eso: dos años. Como decía Escarlata O'Hara: ya lo pensaré mañana (Loli del futuro: ódiame).
- Propósito -parcialmente- incumplido número dos: ir al gimnasio. Oh, una pequeña alegría. Sí que fui una buena temporada al gimnasio. Y me lo pasaba bien, oigan: me enchufaba mis cascos con música horrorosa (el escuchar el Danza Kuduro o a Pitbull mientras hacía ejercicio producían en mi un extraño estado de frenesí con el que pedaleaba, corría o abdominaba más y más... supongo que así intentaba que mis arcadas y demás sonidos agónicos ocultaran esa "música"), me entretenía viendo a esos tíos con más envergadura (amo esta palabra: en-verga-dura... oy qué cochina!) que altura, sudaba como un pollo (¿los pollos sudan?), e incluso un par de veces ligué (si es que se puede considerar ligar el que un tío se te acerque y trate de convencerte de que eres la hermana gemela desaparecida de su ex). Entonces, si todo era tan chachi piruli... ¿por qué dejé de ir? Supongo que por lo mismo que no cumplo prácticamente nada de lo que me propongo (de lo que propongo a la gente sí, ¡ojo! (ojete) sólo soy una mierda de persona conmigo misma). Porque soy una inconstante y me puede la desidia. En fin, con o sin gimnasio tengo un culazo (de cada 20 insultos tengo que dedicarme un piropo para evitar comenzar con conductas autolíticas).
- Propósito incumplido número tres: establecer una relación
- Propósito incumplido número cuatro: estudiar en serio. Bueno, a ver, esto tampoco está totalmente incumplido. Lo que pasa que, en serio en serio, poco. Digamos que soy autodidacta, que queda más bonito que decir que soy floja.
- Propósito incumplido número cinco: ser más ordenada. Aquí no iba a comentar nada, sólo iba a limitarme a echar una foto a mi cuarto y colgarla, pero la cámara ha explotado cuando he hecho el intento. Creo que no existen los megapíxeles suficientes en el mundo para captar tanto desastre.
- Propósito incumplido número seis: coordinar vida laboral-vida ociosexosocial de manera sana y armónica. Después de este año soy más consciente de que lo sano, armónico y equilibrado no es para mi. Además, ¿de qué iba a vivir mi psiquiatra si fuera así? Si al final hago las cosas (o no las hago) pensando siempre en los demás...
Y bueno... ya vamos llegando al final de este deleite narrativo que supone el autoinsultarme. Para quien no lo sepa, estoy ya empezando mi tercer año de residencia, así que supuestamente -supuestamente- debería empezar a plantearme en serio un cambio en mi rumbo existencial. ¿Que qué cambio es ese? Pues no voy a prometer ni prometerme nada. Por un lado, porque -a pesar de que sé que habréis disfrutado like a female dog- no quiero mirar atrás dentro de un año y ver qué no he cumplido nada (ojos que no ven...) y por otro, y ya en serio, porque de palabras bonitas no vive nadie, y por mucho que yo escriba, me diga o trate de autoconvencerme, si no tengo la intención y el deseo de empezar a mover las cosas para cambiar para bien, no servirá de nada. Por suerte, y poquito a poco, algo se está empezando a mover dentro de mi (aparte de la tenia que tengo alojada en el colon ascendente y el alien con cara de Jordi Pujol que estoy gestando). Iremos viendo el interesante giro de acontecimientos que puede producirse en mi vida en breve (qué manera de acabar la entrada, al más puto estilo cortinilla-enganche del Tomate).
Besitos, abrazos y palmaditas en el culo.