lunes, 5 de diciembre de 2011

Balance anual

A pocas semanas de acabar el año y ante las peticiones y amenazas con el puño en alto para que actualizase este mi querido blog, me dispongo a hacerlo escribiendo un pequeño resumen de lo que ha sido mejor y peor de mi año 2011. Empiezo a parrafear, mis pequeños ponys:


- En primer lugar, para bien y para mal y de manera obligada, tengo que hablar de la ansiedad. O, más croquetamente (sí, sé que está mal escrito, pero la vida con croquetas sabe mejor), hablar de mi ansiedad, esa maldita ansiedad que provocó mi baja laboral y existencial a principios de año. Por suerte aprendí, o más bien estoy aprendiendo, a controlarla y que no me supere, si bien su trabajo me ha costado. Cambios de humor que en cuestión de minutos me hacían pasar de la bajona a la hipertimia (cómo se nota que llevo año y medio en esto, qué manera de controlar los tecnicismos psiquiátricos como "bajona"), unas ganas de comer secundarias a la drogaína que no se apagaban aunque engullera medio frigorífico (de hecho, el frigo tiene marcas de mis dientes), otros efectos secundarios más íntimos y que, por desgracia, perduran aún (tsk...)... Y más, vaya, el año desde el punto de vista ansioso-farmacológico ha sido cuanto menos curioso. Pero, haciendo balance, ha sido bastante bueno. Aún me queda mucho por mejorar, pero poco a poco voy superando mis miedos e inseguridades y mostrándome tal y como soy: una cabrona simpática o simpática cabrona, como prefiráis.


- Lo relacional amistoso: no ha podido ir mejor. Me pongo en plan moña para agradeceros enormemente el apoyo que me disteis durante mi mala racha (a los que me lo disteis, claro, el resto podéis arder en el infierno con Pitingo sonando de fondo). Las horas interminables de guardia, los congresos y el tiempo fuera del hospital (cuando lo hay) me han ayudado a afianzar relaciones que ya existían y a descubrir gente que merece la pena. Amén de los que me quedan por conocer, que aquí incluyo a todo el que me lea y no me conozca in person o no lo haga en condiciones: en vivo y en directo sé que soy (bastante) siesa, pero en cuanto me digáis 2 palabras y media o algún insultillo cariñoso ya saldrá mi personalidad. La de verdad, con todo lo bueno y TODO lo malo. Avisados quedáis.


- Lo relacional amoroso: esto...eh... corramos un estúpido velo.


- Lo laboral: aquí sólo puedo hablar en positivo nuevamente. Y es que, qué queréis, me encanta mi trabajo. La clínica, los fármacos, los compañeros y, cómo no, los pacientes. Sin hablar en modo alguno despectivamente de ellos, hay que admitirlo: los pacientes psiquiátricos son la leche. Desde el histérico que me recuerda a Woody Allen hasta el maníaco que corría detrás mía gritando "¡Guaapaaaaa, marqueesaaaa!", pasando por ese esquizofrénico crónico que se golpea el pecho diciendo que "le hemos quitao todos los males" y nos da un abrazo. Y, fuera de los psiquiátricos, toda el área varmera desprende arte y poderío (me basta con recordar a aquella señora de "el culo de delante", bella historia a contar en vivo y en directo).


- Lo familiar: tengo que volver a ponerme tristona al recordar la pérdida de mi "hermana" pequeña: mi Lara, Sinforosa, Nicasia, Mari Puri o, simplemente y como la solía llamar yo para crearle una crisis de identidad sexual: "el perro". Los que no tengáis o hayáis tenido mascota no tenéis corazón no podréis poneros en mi lugar y pensaréis que exagero, pero el perder a un bichamen que te ha acompañado desde los 13 años es duro. Sobre todo cuando ese bichamen es como era mi perra: una payasa, un teatrillo con patas, un raro híbrido entre cabra montesa y husky sevillano. Ains. Momento lagrimilla. Por suerte y para compensar, hemos tenido la llegada de la guayaba de mi hermano, que aunque no hace la cabra ni despelecha tanto, es mu apañá y cocina mu rico. 


- Lo superfluo, superficial, super-material girl y cosas que no sé dónde meter: positivo: la cafetera Nespresso que compraron mis padres (vamos, lo pongo porque ahora mismo me estoy tomando un café y tá mu rico). Negativo: el escaso-nulo control que tengo sobre el dinero unido a lo malos que son los salientes de guardia. Por suerte, no soy una tía gastosa, y lo mismo mis arranques consumistas consisten en comprarme 10 bragas a 6 leuros que un bolso por 60. Otra cosa negativa: mi desorden. En serio, si hace tiempo decía que mi habitación había sido declarada zona catastrófica ahora me quedo corta con eso. Tengo pelusas de tal tamaño que no sé si barrerlas o si hablarles de usted e invitarlas a un café de la cafetera Nespresso. Y encima, como el tamaño de mi cuarto podría describirse perfectamente como zulo etarra, en cuanto hay media cosa por el suelo ya tengo que andar a saltos cual campo de minas para no clavarme objetos amorfos no identificados. Más positivas dentro de este batiburrillo final (sí, estoy acabando, ya podéis soltar un "oooh" apenado o de alivio): el que este año a mi pelo le haya dado por estar calmado y esté teniendo más días buenos que días de Rey León en celo.


Y, bueno, yastá. Creo que no ando muy inspirada últimamente, de ahí que haga tanto que no haya actualizado; pero bueno, me gusta aunque sea escribir mis chorradillas cotidianas. Si no vuelvo a escribir antes de que acabe el año, desearos a todos unas felices fiestas, próspero año nuevo, si bebes no conduzcas, póntelo, pónselo y que hagáis muchos des-propósitos de año nuevo. Los míos serán, simplemente, continuar aprendiendo a vivir disfrutando cada pasito y, cómo no, escribir más.


Besos, abrazos y palmaditas en el culo.

2 comentarios:

  1. Desde el McArena te mnando un beso, guapa, soy fan total de tu blog ( se lo he repetío "siene y siene" de veces a Shaila).
    La cafeína es una "droja" estupenda, está bien vista y nadie te mira raro porque te vean con tu quinto café en una guardia y si tienes temblique no lo achacan a ella sino a que estás hasta las gónadas de la dichosa guardia, jaja.
    El síndrome del saliente de guardia es brutal, yo he aprendido a irme derechita a casa porque como pase por el centro derrito la tarjeta...

    ResponderEliminar
  2. ¡Chiquilla...!

    Si que ha pasado tiempo, sí, pero tampoco te fustigues demasiado por ello. Es más, puedes tomártelo como una licencia artística y unirte a esa larga tradición de escritores que dejan a sus lectores conteniendo la respiración, a la espera de la siguiente entrega de la saga de turno.

    ¿Podrías -en cualquier caso- dedicarnos una entrada con una antología o muestrario de ese concepto tan pintoresco que has dado en bautizar como "insultillo cariñoso"? ;)

    ResponderEliminar