Raro en mi, estoy actualizando a escasos días de la última entrada. Por un lado supongo que por la verborrea producto de la descarga tras la ansiedad de haber expuesto esta mañana una sesión clínica y por otro, y sobre todo, porque el panorama del presente y futuro sanitario me parece alarmante. No me gusta hacer demagogia, ni eso de escribir sobre el tema porque está de moda quejarse porque sí. De hecho, nunca me he metido en estos temas; me considero apolítica, en el sentido de que, sinceramente, nunca me ha interesado esto (sí, sé que no debería ser así) y, siendo más sinceros aún, tampoco entiendo de ello como para tratar el tema en profundidad. De lo que sí que puedo hablar es de cómo me afectan los cambios que se están produciendo, tanto a nivel personal como a lo que veo y vivo con los pacientes en mi día a día.
Comenzaré hablando de los famosos recortes en el sueldo que estamos sufriendo el personal sanitario (sé que otros trabajadores también, pero ya he dicho que me voy a centrar en lo que puedo tratar desde mi punto de vista). En mi caso y por suerte, no tengo problemas a nivel económico. Pero no porque cobre un sueldazo precisamente, cosa que ya he discutido en alguna que otra ocasión con amigos y conocidos que me sueltan de cuando en cuando la típica frase de "los médicos estáis montados en el dólar". No, si no estoy en una mala situación es porque, por suerte, mis padres continúan trabajando o cobrando la jubilación respectivamente (con sus respectivos recortes también, faltaría más) y porque no tengo necesidad de hacer gastos excesivos en mis circunstancias vitales actuales. A esos amigos, conocidos y lectores variopintos que repetís la dichosita frase de la maravillosa situación económica del médico, os detallo: mi sueldo base es de unos 1100 euros. Todos los meses me descuentan (hacienda, impuestos varios que no sé de donde sacan y Rita la Cantaora, cosa totalmente sinsentido porque, que yo sepa, ni soy muchimillonaria ni dispongo de tierras y fincas a lo largo y ancho de la campiña andaluza) unos 300 euros, con lo que mi sueldo base realmente es de 800 euros. Oh, sí, es posible: soy médico y no soy ni mileurista. Si cobro como para vivir es gracias a las guardias, y eso haciendo unas 5 al mes. "Pero, ¡por dios santo! -habrán exclamado esa chusma denominada clase política- ¿cómo vamos a permitir que un joven, después de 6 años partiéndose los cuernos estudiando, otro año re-partiéndoselos para el MIR y otros 4-5 años de especialidad cobre como para vivir dignamente? No, no. Esto no puede ser". ¿Solución? Aparte de reducirnos un pico considerable el sueldo (un tanto por ciento curioso de lo que cobramos por guardia, que, repito, es en la mayoría de las ocasiones lo que nos "salva" el mes; reducción o eliminación de pagas extras, etc.), aparte de esto: nos limitan el número de guardias. En mi hospital, a la mayoría de especialidades nos las han limitado a 5 al mes. En el caso de los residentes de Medicina de Familia, a 4. Y ahora que alguien me diga cómo uno de estos últimos se paga con ese sueldo vivienda, comida, transporte, y, probablemente, tenga que contribuir con la familia (porque, recordemos: muchos de nuestros papis y mamis están en paro... y nosotros tenemos ventitantos o treintaypocos, ellos con cincuenta lo tienen más crudo). Por supuesto, a cambio de esto nos ofrecen un regalito: aumentar el número de horas de trabajo. Así, si tenemos que hacer tardes o sábados como jornadas laborales normales y después tenemos guardia, éstas nos las pagan en menor cantidad ya que las horas de "guardia de sábado" serían menores.
Voy a continuar rompiendo una lanza a favor de los Médicos de Familia y los residentes de esta especialidad. Por si no lo sabéis, tanto en mi área hospitalaria como en otras han sustituido, en muchos casos, en las guardias de Centros de Salud de los pueblos a algunos Médicos de Familia por residentes. ¿Por qué? Pues porque les sale más barato, claro está. ¿Y en qué se traduce esto? Pues en un aumento en la tasa de paro de los médicos que han finalizado esta especialidad y a los que ya no contratan para cubrir esas guardias y en que, en mi opinión (aquí algunos podéis estar en desacuerdo... bueno, aquí o en cualquier parte de mis parrafacos) la asistencia sanitaria se resiente. No es lo mismo que te atienda un R2 de familia a que lo haga un médico adjunto. Al R2, de lógica, por falta de experiencia y de conocimientos, se le escaparán más cosas y se verá obligado en más ocasiones a derivar al paciente a las Urgencias del Hospital, con el consiguiente colapso de las mismas. Y tenemos la pescadilla que se muerde la cola: a más derivaciones, más colapso y peor asistencia al paciente.
Y ya, ya... lo siento porque, aunque nunca me he considerado fina y delicada en mi lenguaje, ahora voy a ser directamente soez: "señores" políticos, ustedes y los de su calaña han producido en mis órganos genitales una transformación a mis 26 añitos de edad. ¿Qué por qué? PORQUE ME ESTÁN TOCANDO USTEDES LOS COJONES.
(¡Dra. Kapowski! Póngase usted una ampollita de haloperidol y tómese un depakine, que está perdiendo las formas, buena moza)
¿Y a qué viene semejante frase, semejante vulgaridad que supone una fea mancha en este mi wonderful y divino blog? Pues porque voy a hablar ahora del tema que no me toca a mi directamente, pero sí que toca a la gente con la que trato día a día y que son, por desgracia, los más perjudicados: los pacientes.
Hace unos meses leí la noticia de que la viceconsejera de Sanidad de Madrid comentó que los pacientes crónicos no deben favorecerse de la Seguridad Social. Señora viceconsejera, en mi vida le he deseado el mal a nadie, pero con usted voy a hacer una excepción: me gustaría verle dentro de unos 20-30 años (suponiendo que ronde usted los 40-50 ahora) padeciendo cualquier tipo de dolencia crónica que requiera de cuidados continuos y que, por avatares del destino, no tenga usted el dinero suficiente como para pagarse una residencia o una asistencia sanitaria privada (que es, por supuesto, lo que están buscando ustedes). ¿Qué hará usted entonces, señora viceconsejera? Quizá la Ministra de Sanidad, Ana Mato, le pueda ayudar. Ayer mismo leí la noticia de que nuestra ministra ha hecho las siguientes declaraciones: "sacaremos del vademecum aquellos principios de escaso valor terapéutico que se puedan sustituir por algo natural". Claaaaro, buena mujer. Y ya puestos, una vez publique ese vademecum, adjunte usted unas páginas amarillas con las direcciones y teléfonos de los mejores curanderos y chamanes de cada provincia, por si las moscas. No sé, supongo que ya que predica tanto usted con el naturismo, la próxima vez que vaya al hospital yo que sé, por una quemadura en un brazo, le podamos tratar con una mezcla de jaramagos y cardos borriqueros de los que crecen en la parcela de enfrente de mi casa y le cantemos el "Sana, sana, culito de la rana". Yo creo que así se cura seguro, seguro.
Retomo lo comentado por la viceconsejera de Sanidad de Madrid. Esta señora no es la primera (ni la última) en hacer este tipo de declaraciones, claro está. La queridísima (¡amadísima!, diría yo) presidenta de dicha comunidad ya ha recortado en cosas tan necesarias como el transporte de pacientes discapacitados físicos a centros de tratamiento y rehabilitación ("ea, y de premio para cuando hayas aprendido a bajar al Metro con tus muletas o silla de ruedas, te casco una millonada por un abonito de 10 viajes").
No me considero una santa ni una maravillosa persona, ni sé siquiera si soy buena médico. Lo que sí sé es que me importa la gente, y me importan mis pacientes, ya que por desgracia son de los más desfavorecidos en todos los sentidos y los que, viendo lo visto, van a seguir siéndolo. No disponemos de recursos residenciales suficientes ni adecuados para pacientes con trastornos mentales graves y/o crónicos sin recursos sociales o familiares. Si sí disponen de familia -¡benditas familias!- que alguien me diga cómo va a tirar palante la típica abuelita de 70 años que ha cuidado toda su vida de su hijo esquizofrénico (caso frecuente) cuando le quiten su ayuda por dependencia (que YA se la están quitando, esto es una realidad). Y qué va a ser de ese hijo cuando esta fallezca... pues va a ser lo mismo que con los abuelitos con patología crónica que no puedan pagarse sanidad privada, como otros muchos pacientes psiquiátricos sin recursos y como otras muchas personas, enfermas o no, sin ningún soporte social: acabarán tirados por la calle muriéndose de hambre o de algo peor.
Y mientras, por supuesto, ni la clase política gobernante, ni la oposición, ni ninguno de estos "personajes", por llamarlos de manera suave, hacen el mínimo intento o esfuerzo (¿acaso les supondría un esfuerzo?) de privarse de comilonas, viajes pagados, séquito, coches oficiales, pagas vitalicias, pagas extras sin sentido, dietas y demás. Me dan asco. O fatiguita seca, que dirían los queridos pacientes de mi área.
Para concluir, decir que, por suerte, aún me quedan un par de años para acabar la especialidad. En este tiempo puede ocurrir, siendo optimistas, que las cosas cambien para bien. Pero, siendo realistas, no lo creo. Por ello, puedo aprovechar este tiempo para aprender un idioma en condiciones o perfeccionar los que más o menos manejo y largarme de este país, no sin antes escribirles una nota a toda esta gentuza diciéndoles: "Gracias a vosotros la población española puede compararse perfectamente con los dos hemisferios del mundo: mientras la riqueza la manejan los pocos de arriba, los de abajo, gran mayoría, se mueren de hambre. Ahí os pudráis"
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